miércoles, 29 de junio de 2011

Princesa de Cristal



Cómo poder sacarte de mi mente, de mi corazón, cómo hacer para aceptar que mi presente es la consecuencia de amarte tanto… sin medida. 
Te recuerdo, en mi alma ¿Te perdoné? Aún no lo sé.
Cuando creo que estamos en paz desde el interior de mi cuerpo nace la necesidad de verte, de sentirte vivo, presente; de saber que todavía soy para vos algo, que no te olvidaste de mí, de lo que sentías, de lo que paso… todo lo que paso.


La cosa es mas o menos así: a ella el psicólogo no le funcionó, el psiquiatra y las pastillas para la depresión tampoco ¿como hacer que reviva, si es el fantasma de lo que fue?; ¿qué pasó con esa niña que rápidamente se tuvo que hacer mujer,que vivió, sufrió, amó, formo una familia la destruyo, con solo 16 años?

Todo me lleva a pensar en su inseguridad; no era la más popular, ni la más querida, jamas ganaba el premio por compañera del año, protegida de sus padres, malcriada, caprichosa. Un día encontró el amor (por internet, claro. Era demasiado insegura para demostrar sus encantos); se conocieron por chat: era el amigo de un amigo que saco la dirección de no se dónde (la típica); se pasaron los teléfonos después de un tiempo, hablaron por mensajes desde el celular que a ella le regalaron para sus 15 años. Y después comenzaron las llamadas, esas que desvelaban.
El era encantador: ojos color café, pelo castaño, sonrisa pícara, el flaco divertido. La relación creció, después de un par de días -quizá meses- se encontraron en una plaza, nerviosos los dos intentado romper el hielo. La despedida fue mágica, un par de labios ansiosos se buscaron y se besaron… el beso mas feo (el primer beso es así) pero que ambos recuerdan porque fue el comienzo de su historia
Una relación de casi dos años donde al principio eran el uno para el otro, el de familia humilde, ella de familia acomodada. La relación se complicaba, papá quería a la nena en una caja de cristal y sólo podía salir cuando un príncipe la pudiera llevar a un gran castillo; y nada menos le importa a un espíritu adolescente. Entonces, ella rompió la caja de cristal, se enfrentó y luchó por su príncipe. Sí, "su" príncipe (pobre, aunque no le importaba); con el que quería millones de hijos, por el que daba la vida. (por el que hoy da la vida).
Las cosas se volvían difíciles, el padre y su príncipe discutían. Y empezaban las comparaciones y la competencia: que no era un príncipe, que no había terminado el secundario, que sus padres estaban separados, que "te va a traer problemas", que vive en un barrio carenciado, que sólo esta por nuestra plata, que te engaña, manipula, etc, etc, etc…
Y todo lo que ella veía eran esos ojos que le daban paz y le transmitían amor, veía esa sonrisa que cuando aparecía borraba el universo; su príncipe, el de su primera vez, su primer novio, el que cambio todos los 13 de noviembre para el resto de su vida.
Después de un año y medio, él se mostraba celoso, posesivo, le pedía pruebas de amor, se alegraba de las desgracias familiares, quería que ella dejara el colegio, que se fueran a vivir juntos; le quería enseñar lo que era el trabajo, la independencia, que la vida no era “color de rosa”… pero ella era una niña de mamá y papá.

 ¿El final? No sé si fue planeado por el príncipe que se volvía siniestro o fue el destino que así lo quiso, pero una tarde hicieron el amor, le pidió como prueba de confianza que no se cuidaran. Ella, con 16 años, sólo pensaba que lo peor que podía pasarles era lo mejor: un hijo del príncipe de ojos color café, por el que moría de amor, al que le justificaba cada accionar y cada error
Nueve días de atraso confirmaron la noticia; ella le mostró el test asustada y él, en vez de abrazarla, se tapó la cara. Lo que sucedió después fue confuso, borroso, pasó demasiado rápido (o ella intento durante tanto tiempo y con tanta fuerza hacerlo desaparecer).
Contarle a su familia generó restricciones para el príncipe (tenia la entrada totalmente prohibida), planes de aborto, médicos que la manoseaban y le daban lecciones de vida; el príncipe ya no estaba más, sólo llamaba para amenazarla con la cárcel si el aborto se cumplía. Ella solo quería morir, sentía vergüenza, pánico, tristeza, desilusión; quería arreglarlo, dejar a todos contentos, volver a estar en paz, sentirse amada, cuidada… pero nadie le hablaba. No salía de su habitación, estaba encerrada esperando la fecha del aborto… pero no podía hacerlo, era lo que había soñado, lo mejor que le podía pasar en el mundo.
Planeo un escape, y una discusión bastó para salir corriendo y llamar al príncipe. No, no se escaparon juntos. Ella fue a la casa de su hermana y el príncipe estuvo hasta que se aseguro de que ella iba a tener a ese bebé.
El príncipe - su príncipe - nunca mas volvió. Se limitó a pedirle un examen de ADN que el corazón de ella no soporto. Sólo le restó volver a su familia, pedir perdón y esperar a que su panza creciera al compás de los malos deseos hacia aquel príncipe. Y así parió con 17 años, dos meses después de su cumpleaños, sola en el quirófano, con sus miedos, sus angustias y su príncipe sólo en su cabeza.

¿Que si lo volvió a ver? Si, por supuesto, de casualidad y ahí mismo se largo a llorar. El príncipe no notó su presencia.

¿Que si siguieron en contacto? Si, por supuesto, cada vez que su cuerpo le pide saber de ese príncipe le manda un e-mail. 

¿Que si el príncipe conoce a su hijo? No, nunca lo conoció… ni tiene intenciones de hacerlo.

¿Que si ella lo sigue amando? No lo sé, a veces desesperadamente; a veces simplemente cree que lo olvido.
¿Que si la historia es cierta? Ella lo duda, y cuando eso pasa, mira hacia su derecha y ve a un niño de 4 años durmiendo a su lado y se da cuenta que todo lo que vivió es muy real.